Los aniversarios me interesan poco. Sin esperar la llegada de los cincuenta años, he retornado muchas veces a mi primer libro, I benandanti, publicado en 1966. Esta reflexión repetida, casi obsesivamente, no nació desde un impulso autobiográfico, sino metodológico: intentar entender, aprovechando la contigüidad entre el yo de ahora y el yo del pasado, el por qué, por cuáles motivos, conscientes e inconscientes, había realizado las elecciones que me habían llevado a escribir ese libro. Subrayo el elemento inconsciente, que me parece ignorado –en una óptica ingenuamente prefreudiana– en muchas reflexiones acerca del método histórico. El mío fue, entonces, un ejercicio de autoanálisis. Y, posteriormente, un intento de entender mis reacciones al caso, o sea, al encuentro inesperado con un documento, un nombre, un particular, ojalá marginal. Esto también es un elemento, frecuentemente, callado cuando se discute cómo nació y desarrolló una investigación. Contra esto no me canso de repetir la frase de un gran estudioso, Carlo Dionisotti: “por mero azar, o sea por la norma que precede a la investigación de lo desconocido”. Naturalmente el caso no actúa solo. Por una parte, está el individuo que investiga, armado de hipótesis, presupuestos y también –lo quiera o no– de prejuicios. Sin esta disponibilidad de actuar en relación al caso, de lo inesperado, estaríamos condenados a encontrar todo aquello que buscamos: punto y basta. Una perspectiva poco atractiva.

Carlo Ginzburg, Los benandanti, cincuenta años después

Gaune, Rafael
2018

Abstract

Los aniversarios me interesan poco. Sin esperar la llegada de los cincuenta años, he retornado muchas veces a mi primer libro, I benandanti, publicado en 1966. Esta reflexión repetida, casi obsesivamente, no nació desde un impulso autobiográfico, sino metodológico: intentar entender, aprovechando la contigüidad entre el yo de ahora y el yo del pasado, el por qué, por cuáles motivos, conscientes e inconscientes, había realizado las elecciones que me habían llevado a escribir ese libro. Subrayo el elemento inconsciente, que me parece ignorado –en una óptica ingenuamente prefreudiana– en muchas reflexiones acerca del método histórico. El mío fue, entonces, un ejercicio de autoanálisis. Y, posteriormente, un intento de entender mis reacciones al caso, o sea, al encuentro inesperado con un documento, un nombre, un particular, ojalá marginal. Esto también es un elemento, frecuentemente, callado cuando se discute cómo nació y desarrolló una investigación. Contra esto no me canso de repetir la frase de un gran estudioso, Carlo Dionisotti: “por mero azar, o sea por la norma que precede a la investigación de lo desconocido”. Naturalmente el caso no actúa solo. Por una parte, está el individuo que investiga, armado de hipótesis, presupuestos y también –lo quiera o no– de prejuicios. Sin esta disponibilidad de actuar en relación al caso, de lo inesperado, estaríamos condenados a encontrar todo aquello que buscamos: punto y basta. Una perspectiva poco atractiva.
2018
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